Nuestra Historia
Nuestra Historia
«Un hecho trascendental para la consolidación de la asistencia hospitalaria moderna” califica el doctor Ricardo Cruz Coke a la inauguración, el 7 de agosto de 1911, de la Posta Central, primer servicio de urgencia permanente del país. A su fundador, el Doctor Alejandro del Río Soto-Aguilar, lo señala como “la figura médica de mayor nivel profesional y académico en el ámbito de la higiene y la salubridad pública”.
Para entender los años que rodearon la inauguración de la Posta, debemos remontarnos a la época parlamentaria (1891-1925) y al apogeo del positivismo y de la medicina universal. Es época de desarrollo de la microbiología y nacimiento de dos de las ciencias médicas más relevantes del siglo 20 : la genética y la inmunología. Aparecen los principales medicamentos de la farmacoterapia moderna, las nuevas tecnologías de la física y la química permiten inventar procedimientos diagnósticos.
Durante el parlamentarismo, Chile fue gobernado por presidentes provenientes de oligarquías aristocráticas, plutocráticas y profesionales, entre las que se contaban los médicos. La obra de progreso profesional y cultural de esta oligarquía médica fue enorme.
El desarrollo de las ciencias biomédicas, el impulso de la legislación en medicina social y las bases de la institucionalidad en salud pública se cuentan entre sus logros. Los médicos ocuparon cargos parlamentarios y ministeriales durante todo el período, siendo la figura dominante Manuel Barros Borgoña. Por entonces, la evolución de la medicina nacional alcanzó su velocidad de crucero y estableció su rango y dignidad en la sociedad chilena. El cuerpo médico consiguió los poderes máximos dentro de la subcultura de la salud, con la creación del Ministerio de Higiene, la Dirección de Sanidad y la Dirección Médica de los Hospitales Públicos, antes en manos de administradores.
En infraestructura, en 1927 Santiago tenía cinco hospitales generales, otros tres de niños y tres maternidades, además de una casa de orates, un hospicio, una casa de huérfanos y dos hospitales auxiliares para venerología y tuberculosis. En gran medida, la tarea de construcción, rehabilitación y modernización de esta infraestructura pública fue gracias a importantes donaciones efectuadas por filántropos y benefactores de la plutocracia chilena : Juana Ross Edwards, María Barros Luco y Carlos van Buren, entre otros. Y fue en este contexto histórico donde hace 97 años la Posta Central inició su recorrido material y simbolico.
Según el sociólogo catalán Manuel Castells, el entorno actual en que nos desenvolvemos correspondería a la “era de la información”. En ella, y por primera vez en la historia de la humanidad, precisamente lo que nos caracteriza como especie, la capacidad de producir símbolos, se ha erigido en motor del sistema económico y financiero.
Dentro de este nuevo modelo de “sociedad-red”, los medios de comunicación de masas juegan un rol preponderante tanto en lo económico como, y es lo que nos interesa destacar, en el valor simbólico de “lo real”. Asumiendo como “real” el conjunto de actores-individuales, colectivos e institucionales-que forman parte del encuadre que a diario la prensa, la radio y muy especialmente la televisión, difunden a la opinión pública para que alimente el debate y sea objeto de decisiones políticas y económicas.
Aunque este argumento se ha relativisado con la irrupción de Internet y otros dispositivos tecnológicos que han venido a “liberar” la información dejada fuera de la cobertura de los medios tradicionales, lo cierto es que estos últimos siguen siendo preponderantes en la construcción del imaginario social. Visto así entonces, si hubiera que elegir un espacio desde el cual se construye el imaginario social de la salud pública en Chile, ese sería la Posta Central. Un imaginario que desde la fundación de la institución, es construido desde los micrófonos, grabadoras y cámaras de televisión y retroalimentado con la experiencia directa de sus miles de beneficiarios, trabajadores y visitantes.
En mayo de 1932 las ambulancias fueron embargadas por un juez de Santiago por no poder la A.P. pagar el desahucio de un funcionario despedido-relata el Dr. Reinaldo Martínez en su libro “El dolor ajeno”-, un momento crítico en la historia de la Posta.
La situación se prolongó dos meses y sólo fue resuelta después de un escándalo periodistico, con la donación de tres mil pesos hecha por un aprticular (….) los fondos de la A.P. alcanzaban hasta septiembre. Obtener fondos de la Beneficiencia se tornaba imposible. Los doctores Luis Aguilar, Félix de Amesti, médico Jefe de la Posta y Manuel Martínez, médico jefe de la Posta, se reunieron a analizar la aflictiva situación: o se cerraba la institución o se recurría a la caridad pública, a pesar de lo difícil que era pedir dinero a una población paupérrima. Esto último pareció la única opción viable.
“La campaña duró un mes. No hubo actividad organizada de la ciudadanía que no escuchara el pedido de la A.P. Los diarios y revistas publicaron artículos sobre la colecta y sus motivaciones, se hicieron reportajes especiales a su trabajo, los periodistas fueron testigos de intervenciones quirúrgicas, atenciones a domicilio y salidas a recoger heridos. Se lanzaron desde aviones miles de volantes impresos solicitando ayuda, los autobuses y tranvías tapizados de llamativos afiches alusivos, las tiendas centricas fueron decoradas para la ocasión. Se realizaron múltiples funciones de teatro a baneficio, hubo peleas de box, partidos de fútbol en el estadio de Ñuñoa, (…) desfiles de ambulancias haciendo sonar sus sirenas, precedidas por la “decana”, la más antigua de las máquinas en funcionamiento (…) la cantidad de dinero colmó con creces las expectativas”.
Por nuestra parte, ya en la actualidad, durante un año tuvimos un blog informativo de la salud pública en Chile, con énfasis en la cobertura noticiosa de la Posta Central, y pudiendo comprobar dos cosas. La primera, que en el período julio 2007-julio 2008, más del 20% del total de noticias difundidas en prensa, radio, TV e Internet dieron cuenta del acontecer en la Posta, superando incluso a otros actores y establecimientos de la salud pública nacional.
La segunda comprobación relaciona con la multicausalidad o, si se prefiere, los múltiples afluentes que alimentan el carácter mediático de la Posta Central. Si bien la mayoría de las noticias del blog tienen directa relación con la gestión médica de urgencia del establecimiento (“el sello” de la institución), muchas otras son motivadas por acontecimientos de otros sectores noticiosos: policial (el traslado de un delincuente para la constatación de lesiones en el box médico legal, la grabación de series televisivas sobre las policias), espectáculos (la recaída en excesos de una figura de la farándula, las terapias alternativas de una actriz de televisión), político (la visita de una autoridad gubernamental a un paciente emblemático, la llegada de lesionados desde una protesta en el centro), artístico (el uso de locaciones para la filmación de un documental o de una película extranjera), o de utilidad pública (la cobertura a una campaña móvil de donación de sangre).
Aunque la presencia de la Posta Central en el imaginario social de los chilenos podría perfectamente ser motivo de una investigación profunda y multidisciplinaria, lo cierto es que su potencia mediática opera como un barómetro tanto de la presión ambiental de la salud pública como, por extensión, de las transformaciones de nuestra propia sociedad.
Antes de la existencia de la Posta-relata el Dr. Reinaldo Martínez- los lesionados eran llevados por la policia a sus cuarteles. Como no poseían carros ambulancias, obligaban a cualquier coche que fuera transitando a subir al herido; sin embargo, muchas veces los pasajeros se negaban, dado que la policía municipal carecía de fueros para imponerlo por la fuerza. Con el correr de los años, a comienzos del siglo XX, se contrataron estudiantes de medicina que en los cuarteles policiales entregaban la primera atención a los accidentados. De ahí el nombre de Asistencia Pública que se daba a este servicio, que era básicamente de la policía municipal, y en efecto, asistía a los heridos en la vía pública.
“ En 1911 al fundarse un centro de atención de heridos, se conservó dicho nombre, probablemente por costumbre. Pero en todo caso, con ello se rindió un merecido homenaje al esfuerzo de quienes trabajaron en ese servicio primitivo y que bregaron incansablemente por su mejoramiento”.
En 1993, la Posta Central institucionalizó un nuevo nombre : Hospital de Urgencia Asistencia Pública (HUAP). Sin embargo, persiste su denominación generalizada como la “Posta Central”.